Luego de nueve meses de estar en la primera línea de batalla contra el COVID-19, Miguel Solís, médico del Hospital General de México, recibió este 24 de diciembre una de las 3 mil dosis de la vacuna contra COVID-19 de Pfizer que llegaron el miércoles 23 de diciembre a territorio mexicano.
Alrededor de las 9:30 de la mañana, el médico de 35 años adscrito al servicio de Infectología del Hospital General, en la Ciudad de México, fue vacunado junto con decenas de compañeros quienes empezaron a hacer fila desde las 7 de la mañana.
En entrevista con Nación321, el doctor Miguel Solís explicó que desde hace más de un mes, autoridades pidieron sus nombres y datos pues se les notificó que personal del Hospital General sería de los primeros en ser vacunados; sin embargo, fue apenas este miércoles 23 cuando recibieron la esperanzadora noticia.
"Me sentí bien. La verdad es que ha sido un año de estarse cuidando, de no ver a la familia y sí sientes que por lo menos llegamos sin infectarnos, por lo menos que es probable que ya hayamos librado esta enfermedad los que nos pudimos vacunar en esta primera toma"
«Miguel Solís, médico»
Sobre los posibles efectos secundarios que podrían tener quienes recibieron esta primera dosis, el médico detalló que podría tener dolor en el brazo en donde se le inyectó, fiebre y dolor muscular.
"Me daría tranquilidad tener fiebre porque así sé que está haciendo efecto la vacuna. Cualquier cosa que interrumpa o modifique un proceso biológico va a tener efectos adversos, si no tiene es porque no está modificando ningún proceso", explicó.
Ante el alza en los casos y hospitalizaciones en la Ciudad de México, el doctor Solís pidió a los ciudadanos no confiarse y no bajar la guardia con las medidas de seguridad ante el nuevo virus.
"No se confíen, sí hay vacuna, pero esto va a ser lento, todavía nos quedan varios meses de esto, y aunque ya estamos en semáforo rojo los efectos van a tardar en verse", aseveró.
"Los que tienen el privilegio de poderse quedar en su casa, pues que se queden en su casa", agregó.
El médico indicó que a lo largo de estos nueve meses, lo más difícil para él como profesional de la salud ha sido ser testigo del aislamiento al que son sometidos los pacientes con COVID-19.
"La gente está sola, es difícil que entren sus familiares a verlos, el hecho de que la gente esté en un lugar aislado, aunque es necesario porque no queremos que haya más enfermos, pues es muy difícil para los pacientes y para uno como médico también lo es. Se ha hecho lo que se ha podido para mantener a la gente comunicada, pero es muy difícil".
En tanto a las autoridades, el médico aseveró que se le podrían pedir muchas cosas; sin embargo, dijo, la más importante es que emitan un mensaje claro a la población para quedarse en casa.