Porque cambia las reglas del juego en la relación de EU-Cuba
Donald Trump aseguró este viernes que Estados Unidos no se quedará callado ante la opresión que hay en Cuba y anunció una nueva política con la que buscará frenar el flujo de dinero estadounidense al ejército y los servicios de seguridad de la isla.
Esta medida cancela el acuerdo bilateral del último gobierno estadounidense (encabezado por Barack Obama) con el gobierno cubano.
"Invitamos a Cuba a que se siente en la mesa con nosotros para que logremos un nuevo acuerdo que esté en el mejor de los intereses para su gente y para los estadounidenses", aseguró el presidente norteamericano.
Sin embargo, las nuevas políticas que anunció el magnate buscarán mantener las relaciones diplomáticas y permitir que las aerolíneas y cruceros estadounidenses sigan dando servicio a Cuba.
"Los exiliados cubanos vieron cómo el comunismo destruyó una nación, justo como ha destruido a cada país en el que se ha implementado, pero nosotros no nos quedaremos callados ante la opresión del régimen cubano, como presidente de Estados Unidos expondré los crímenes del régimen de los Castro", aseguró Trump.
"Es mejor para Estados Unidos tener libertad en nuestra región, tanto en Cuba como en Venezuela", dijo Trump en un pequeño teatro en Pequeña Habana, donde se aprestaba a anunciar modificaciones en la política de Washington hacia la isla.
"El régimen de (Raúl) Castro ha enviado armas a Corea del Norte e incentivó el caos en Venezuela", añadió Trump, refiriéndose a las protestas contra el gobierno de Caracas que desde el pasado 1 de abril han dejado 72 muertos.
El presidente de EU pidió al régimen cubana que libere "a los presos políticos" y prometió "un mejor acuerdo" para los cubanos y para Estados Unidos.
Las medidas de Trump prohibirán cualquier transacción financiera con el Grupo de Administración de Empresas (GAESA), un holding estatal cubano que de acuerdo con Washington beneficia directamente a altos jefes de las Fuerzas Armadas.
Uno de los mayores legados políticos de Barack Obama fue la apertura de las relaciones diplomáticas con La Habana en 2015, tras medio siglo de ruptura y desconfianza.
Desde entonces, Washington fue abriendo un incipiente flujo de intercambio comercial y permitió que los estadounidenses viajaran a Cuba, siempre que fuera dentro de 12 categorías (como el "intercambio cultural", por ejemplo) que no incluyen el turismo.