En el Consejo Nacional de Morena no se observó nada diferente. Ni reglas, ni caras, ni gestos nuevos. No hubo sorpresas ni sobresaltos, todo lo que se vio y se dijo ya se esperaba, no hubo nada extraordinario. Los líderes de Morena deberán hacer un esfuerzo importante para posicionar en medios el ejercicio político de su consejo nacional.
La encuesta será de nuevo, el método de selección del candidato presidencial, con varias preguntas y diferentes ponderaciones que podrán dar pie a problemas de interpretación y dudas en la designación como ya ha sucedido en otras ocasiones. Habrá simulacro de boleta electoral, pero no se sabe el orden de aparición de los participantes. Como se presentará más de una pregunta, el resultado no será en la práctica, ni categórico ni determinante.
Las claves para que el consejo y el método tengan credibilidad y sean relevantes, son la forma de la comunicación, los voceros con autoridad moral y los espacios mediáticos en los que pocos esperan que tengan presencia, incluso, los lineamientos prohiben a los aspirantes visitar. Habrá interesados en desacreditar para su beneficio el proceso interno y por lo tando deberá haber defensores que respalden con argumentos sólidos.
Pero el problema no solo reside en el diseño metodológico y en la comunicación, sino en el posible activismo de actores de la Cuarta Transformación que no tengan permitido involucrarse y por el contrario puedan inclinar la balanza con alguno de los aspirantes de su conveniencia.
Por su parte, Marcelo Ebrard llega al consejo con la ventaja de haber dado el primer golpe, al anunciar su renuncia desde días pasados, pero Claudia Sheinbaum llega con la ventaja de haber construido la percepción de ser la candidata del morenismo. Estos dos contendientes fueron los actores protagonistas del consejo, pues el resto de los aspirantes, no lograron tener una participación más alla de lo presencial, no aprovecharon las oportunidades de sobresalir en ese escenario nacional.
La incógnita ahora es, ¿Andrés Manuel de verdad no moverá sus piezas para inclinar la balanza? Eso sería lo extraordinario de todo esto. ¿El presidente será capaz de dejar de influir en su partido y en la decisión de su sucesor?
Lo que está claro por ahora es que, no hay marcha atrás. Andrés Manuel tiene unos meses para terminar su mandato con los resultados, pocos o significativos, que pueda concretar en esta recta final. No habrá reelección como a muchos les preocupaba, dicho fantasma se esfuma con el solo acto de llevar a cabo el Consejo Nacional de Morena para aperturtar el proceso de selección de su candidato para el año 2024.
No será el Consejo Nacional de Morena ni su proceso de selección interna para elegir al candidato presidencial, los que lideren la agenda pública por estos días, sino Andrés Manuel López Obrador con su peculiar estilo y forma de comunicar. Sus habilidades y recursos políticos le permitirán mover y dirigir la agenda nacional hasta el fin de su administración. Y quizas hasta después de terminar su periodo.