Nación321 quiere conocer y dar a conocer qué piensan los jóvenes en México. Con este fin abrimos NUEVAS IDEAS, un espacio para que los ciudadanos escriban sus puntos de vista sobre la realidad que vive nuestro país. Hoy escribe Mariana Lazos
Como parte de los derechos políticos –y, por tanto, de los derechos humanos–, las candidaturas independientes son un instrumento que debería de estar contemplado en cualquier sistema político democrático. El monopolio de la representación por parte de los partidos políticos, otorga a éstos una capacidad excesiva para decidir las reglas del juego, así como para tener control sobre quienes entran y salen de la arena política.
No se trata de un tema nuevo. Desde el siglo XIX, las tesis de pensadores cuyas ideas conformarían la escuela de pensamiento conocida como el ‘‘elitismo’’ –Gaetano Mosca, Wilfredo Pareto, Robert Michels– creían que, en la práctica, la democracia era un ideal irrealizable. Para llevar a cabo esta empresa, argumentaban, es necesario crear una estructura institucional. Sin embargo, como un elemento inevitable de cualquier organización, ésta terminará dotando de un poder excesivo a una élite minoritaria, provocando el surgimiento de una oligarquía. Esta élite, organizada a través de la clase política, es por un lado inevitable, pero al mismo representa una variable central para explicar el mal funcionamiento de la democracia. ‘‘Quien dice organización dice oligarquía’’, afirmó contundentemente Michels en su conocido libro Los partidos políticos.
Bajo esta lógica, a pesar de que las candidaturas independientes no hacen por sí mismas que un país sea más democrático, sí amplían las opciones de participación, inserción y reclutamiento con que cuentan los ciudadanos para ejercer sus derechos políticos. De ahí que, en un momento de hartazgo y descontento generalizado hacia los partidos, éstas puedan fungir como un instrumento capaz de inyectar pluralidad a las instituciones representativas, erosionando el monopolio de la representación y ofreciendo candidaturas a personas no reclutadas a partir de los criterios utilizados por los políticos profesionales, quienes mayoritariamente han forjado su capital político en el seno de los partidos.
Al final, como el propio Michels subrayó, a pesar de que la concentración de poder por parte de una minoría hace a los ideales democráticos inalcanzables, tratar de acercarse a ellos es la única manera de reducir al mínimo las tendencias oligárquicas inherentes a toda estructura organizacional.
Con todo, dicha contribución implica inevitablemente trascender una visión legalista acerca de la existencia o no de la figura dentro del marco jurídico de un país. La existencia en términos legales de la vía independiente es un punto de partida. Para valorar el impacto de las candidaturas sobre la calidad de la democracia, es necesario considerar la influencia que tienen sobre su funcionamiento, además, variables de orden socio-político y económico. Así, como demostraron Mario Solís Delgadillo y Adán Giovanni Laguna en un estudio aplicado a los candidatos independientes que participaron en los comicios federales mexicanos de 2015, la probabilidad de que una persona tenga posibilidades reales de ser candidato a través de esta vía, es una cuestión que determinada principalmente por factores extrajurídicos. La serie de requisitos derivados de la regulación de esta vía, influyen de manera determinante en que algunos individuos logren obtener el registro, a diferencia de otros.
En este sentido, que haya tantos políticos profesionales que militaron en algún partido político y posteriormente decidieron optar por la vía independiente, no es una casualidad. De hecho, los principales hallazgos del citado estudio, titulado Las candidaturas independientes en México: una nueva vía para el reciclaje político, arrojan evidencia sobre cómo los políticos profesionales llevan una gran ventaja sobre los ciudadanos que, sin tener experiencia político-institucional previa, buscan obtener el registro. En el caso de quienes aspiraron a obtener un cargo como diputado federal en las elecciones de 2015, sólo el 22 por ciento carecían de trayectoria política previa y vínculos partidistas. Dicho de otro modo, sólo 22 por ciento porcentaje satisfizo en estricto sentido el adjetivo independiente.
Por tanto, aunque la vía independiente está pensada para que cualquier ciudadano pueda ejercer sus derechos políticos, en México, por el contrario, hasta la fecha la regla ha sido que las figura sea utilizada por candidatos con vínculos partidistas, como medio de reciclaje para conservar su carrera política y aumentar su capital político previo. De ahí que, una cuestión fundamental para que las candidaturas pasen de ser un mecanismo legal-formal, a convertirse en una herramienta que contribuya a la calidad democrática de un país, reside en distinguir entre aquellos candidatos a los que es posible aplicar el adjetivo independiente, de aquellos que, luego de una larga trayectoria política previa y vínculos partidistas, recurren a la vía independiente como un medio de transfuguismo y reciclaje político.