Nación321 quiere conocer y dar a conocer qué piensan los jóvenes en México. Con este fin abrimos NUEVAS IDEAS, un espacio para que los ciudadanos escriban sus puntos de vista sobre la realidad que vive nuestro país. Hoy escribe Andrea Labastida
Cataluña ha sido la autonomía que a lo largo de la historia de España más ha estado en la vanguardia política desde la creación de la Monarquía Española. Por otro lado, también tiene al extremo de pensadores que han expresado el deseo de crear una República Catalana en los últimos años. Ahora, vemos como actos de corrupción son tapados por manifestaciones políticas que utilizan este deseo de una porción de la población para sus beneficios personales.
La constitución española, como la mayoría de textos jurídicos, permite una diversidad de interpretaciones suficientemente amplia como para procurar trabajo a todos los licenciados en derecho que proveen las universidades españolas. No obstante, existen varios artículos que, además de componer sus bases fundamentales, les permitirán entender porqué no existe ninguna posibilidad de que Cataluña se vaya a independizar próximamente. Son, precisamente, el artículo primero y segundo los que, además de decir que la Soberanía Nacional reside en el pueblo español (no sólo en el catalán), también menciona la indisoluble e indivisible unidad de España. Esto lo saben los políticos catalanes, el gobierno Español, la Unión Europea, EUA, todo el mundo, y de aquí deriva que no exista ningún organismo internacional relevante que tome en consideración a Cataluña como un estado potencial.
Independiente de lo anterior, la propia constitución contempla y habilita mecanismos para su modificación y que abriría una puerta, hoy cerrada, para una eventual desanexión de Cataluña. Esta es un cuestión pública y que todo español sabe, especialmente el ejecutivo catalán que hace años consultó a sus servicios jurídicos cuales eran las posibles vía para lograr la independencia de Cataluña. Cabe señalar que en el citado informe analizaba distintas alternativas para iniciar este proceso y, en contra del aviso y recomendación de sus servicios propios jurídicos, decidieron iniciar esta vía inviable, ilegal y de consecuencias indiscutiblemente contrarias a la armonía y paz social.
¿Cómo es que esto logró utilizarse por algunos políticos catalanes y se crea un populismo independentista?
El populismo es un término muy amplio y difícil de especificar ya que todos los gobernantes de la historia, en mayor o menor medida, han utilizado y utilizan esta práctica política. Todos coincidiremos que es un término despectivo que identificamos con un político que dice algo con lo que no estamos de acuerdo, que se ajusta a lo que la gente quiere oír y que nos parece precioso pero inalcanzable. El Diccionario de la Real Academia Española lo define como la tendencia política que pretende atraer a las clases populares.
El caso de Cataluña es el ejemplo de populismo más sofisticado que tenemos la ocasión de estudiar. Todo comienza hace casi 30 años con un líder carismático (Jordi Pujol) que a diferencia del típico populista, se muestra moderado y conciliador. Cabe señalar que su partido ha gobernado Cataluña de manera prácticamente ininterrumpida mostrando un perfil conservador, moderado, colaborador y conciliador con el gobierno de España. Este perfil y habilidad política han permitido que Cataluña haya aumentado progresivamente su autogobierno durante décadas. La culminación de esta etapa llega con la aprobación de su actual estatuto de autonomía, aprobado en 2005, en el que se reconoce unas competencias y autogobierno regional bastante más amplia que las de muchos estados federales. Mucho más que las entidades federativas de México. Seguidamente, igual que pasa ahora con la Constitución CDMX, varios artículos fueron sometidos al dictamen constitucional, e igual que podría pasar acá, el tribunal constitucional, resolvió invalidar varios artículos de su estatuto de autonomía. A partir de entonces los populistas catalanes se pusieron a trabajar duro, para iniciar un proceso igual de inverosímil, ilegal y ridículo como si la CDMX quisiera declarar su derecho a decidir y posterior independencia después de que la suprema corte resuelva sus controversias e impugnaciones.
Una realidad indiscutible consecuencia del teatro independentista, es que durante los últimos años no se ha hablado de dos temas importantes, preocupantes y recurrentes en todas las sociedades: la crisis y la corrupción.
La crisis en Cataluña azotó con una gran dureza y la política de austeridad que obligó Europa para todo su territorio se tradujo en la implantación de políticas muy duras con las clases menos favorecidas. En este contexto, y con una habilidad extraordinaria, el gobierno catalán consiguió esquivar un debate en el que ellos eran los culpables y responsables de la lesión del estado de bienestar, el aumento del desempleo y la pobreza desviando la culpa a España que nos roba el dinero para repartirlo por el resto del país.
La corrupción también debería haber sido un problema para lo políticos catalanes ya que la justicia española, que además de lenta es sólida y contundente, destapo una trama de corrupción en la que se destapa que el gobierno catalán (apuntando directamente al líder fundador y la cúpula del partido gobernante) expolió a los catalanes durante décadas instaurando una cleptocracia que se robó el 3% de todas las adjudicaciones públicas catalanas durante décadas.
Sinceramente, y a diferencia de las controversias jurídicas ocasionadas por unos artículos de su estatuto, las profundas crisis económicas y sociales, más la citada trama de corrupción que obra bajo secreto de sumario, son motivos suficientes para cambiar el rumbo de un partido moderado y conservador, a un partido antisistema que alienta a sus conciudadanos al enfrentamiento y a la rebelión (a delinquir) mientras mantiene un tono de dignidad y victimísmo cuando dice que España les roba y limita sus libertades democráticas. Una cosa que olvidan y que nadie dice es que Cataluña sobrevive y hace frente a sus obligaciones y pagos gracias a un fondo de liquidez financiado por el gobierno de España. También se olvidan de decir que parece que los verdaderos ladrones eran los políticos catalanes que se robaban el 3% de la riqueza que generaban sus gentes año tras año, día tras día, concurso tras concurso público.
Esta gran mentira, esta distracción que tapa sus propios errores y fallas de gestión, sus delitos, una manipulación y engaño orquestado durante décadas, la precisión con la que ejecutan todos sus planes y sus permanentes declaraciones que siembran la duda para poder afirmar que cualquier intervención del gobierno central es desmesurada y opresora… todo esto parece ser el mayor y más talentoso ejercicio de populismo visto hasta ahora.
En este punto, con el artículo 155 en marcha, las cortes catalanas disueltas y convocadas elecciones para el 21 de diciembre, sólo resta ver cómo evolucionan estas última escenas del teatro catalán. Por un lado, tenemos al ejecutivo nacional que, con el contundente e indiscutible respaldo de la ley, aterriza con suavidad e intentará pasar desapercibido hasta las elecciones. En el centro, con la diligencia y seriedad tradicional catalana, tenemos a todos los funcionarios y cargos públicos que aceptan y acatan las destituciones y órdenes del ejecutivo transitorio. Del otro lado, nos encontramos a los principales protagonistas del desaguisado que ahora se pasean por Europa en busca de apoyos o, buscando donde escapar de las causas judiciales que se les avecinan o, simplemente, para evitar que les saquen una foto saliendo de sus despachos portando una caja de cartón sus enseres personales. Vaya usted a saber.
Ahora sólo resta esperar a que las cosas sigan tranquilas y vivamos una campaña electoral sin crispación política y/o social. Que todos los concurrentes defiendan ideas y proyectos jurídicamente viables y respetuosos con el estado de derecho. Esto incluye defender un proyecto de país independiente que, como todos los implicados saben, comienza con promover y aprobar una reforma constitucional que lo permita. Seguidamente sólo queda esperar que los catalanes olviden estas posiciones tibias fuera de la ley y, en las próximas elecciones voten por un gobierno que, además de defender con pasión y orgullo su tierra, lo hagan dentro de la ley y en la maravillosa y tradicional convivencia característica de España. Estamos seguros que, volviendo a la vía legal y constructiva podrán continuar desarrollando su autogobierno igual que ha venido ocurriendo durante los últimos 30 años.
¿Quién es quién? México - España
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