El retiro de la estatua de Colón en Paseo de la Reforma, o renombrar al árbol de la Noche Triste, reflejan una revisión del pasado que no implica solamente cómo vemos e interpretamos los eventos históricos, sino cómo nos vemos e interpretamos como sociedad hoy. Las revisiones al pasado, seguidas por cambios de símbolos, son acciones que pueden tener un impacto en nuestras identidades sociales actuales, y muy probablemente futuras. Por ello amerita discutirlo, abrirlo al diálogo y escuchar distintas voces.
1. Las identidades se basan en las respuestas que damos a esa enorme pregunta: ¿Quiénes somos? A su vez, y como diría el biólogo y naturalista Edward O. Wilson, esa pregunta se relaciona con por lo menos otras dos: ¿De dónde venimos?, y ¿hacia dónde vamos? (1) La primera suele estar arraigada en mitos y creencias acerca de nuestros orígenes; la segunda, en el deseo de continuar nuestra herencia cultural, con sus beneficios y riesgos.
2. Acaso, lo primero que hay que preguntarnos al revisar el pasado es si estamos dispuestos a cambiarlo (en nuestra interpretación) y ajustar nuestra idea de “quiénes somos”, acorde con esos cambios. Si estamos orgullosos de nuestro pasado, es probable que no sea necesario cambiar mucho. Hay sociedades que sí se han enfrentado a un proceso de reconciliación con un pasado muy turbulento. Gideon Rose, editor de Foreign Affairs, se refería a ello en un número especial de la revista titulado The undead past (el pasado como muerto viviente), citando un término para describir la reconciliación de los alemanes con su pasado, particularmente con el pasado nazi: Vergangenheitsbewa?ltigung (2).
3. La sustitución de símbolos que estamos viendo busca reafirmar una identidad con los pueblos prehispánicos y reivindicarlos ante los conquistadores europeos: la Noche Victoriosa de los mexicas sobre las tropas de Cortés y la intención de situar a Tlalli, una mujer mesoamericana, en sustitución de Colón. Se trata de una revisión en la que se interponen aspectos étnicos, pero también políticos e ideológicos. Evo Morales en Bolivia y Ollanta Humala en Perú representaban todos esos aspectos. El liderazgo en México no parece reflejar identidades étnicas propias, pero sí una narrativa ideológica. Es así, desde la ideología, que estamos comenzando a revisar nuestro pasado.
4. Se trata de un pasado en muchos sentidos mitológico. Deborah Yashar proponía en un interesante artículo que los primeros gobiernos independientes de América Latina optaron por buscar una unidad nacional a través de la identidad nacional, dejando de lado las tensiones étnicas y raciales. Se promovió la noción del mestizaje como un factor adherente en sociedades étnica y culturalmente diversas (menciona a la “raza cósmica” de Vasconcelos en los primeros años después de la Revolución mexicana). Yashar sugiere que la aceptación de esos mitos de mestizaje y de identidad nacional en vez de las identidades étnicas específicas, de alguna manera liberó a las sociedades latinoamericanas de fuertes conflictos raciales. Si fue el caso (3), habría que preguntarse: si al promover las identidades étnicas particulares, habría un despertar de esos conflictos.
5. Las encuestas han documentado que la sociedad mexicana tiene un fuerte sentido de identidad nacional, pero que también mantienen un férreo sentido de lealtades locales y regionales. Hace dos días, durante el Grito de Independencia en el Zócalo capitalino, se escucharon canciones de distintas regiones, recordándonos nuestra propia diversidad, una diversidad que, sin embargo, no ha estado en competencia. El voto y las elecciones no han mostrado diferencias étnicas importantes. Pero hay que estar abiertos a que la revisión del pasado y la reconfiguración de nuestras identidades pudiera tener efectos políticos. En el mejor de los casos, la movilización de las identidades étnicas a favor o en contra de cada opción partidaria en elecciones democráticas; en el peor de los casos, la movilización del conflicto en forma de violencia social.
El señalamiento de Wilson es muy importante: pensar en las preguntas de dónde venimos y quiénes somos, va irremediablemente relacionado con hacia a dónde vamos. La tarea de revisar nuestro pasado requiere pensar hacia adelante tanto o más que hacia atrás.
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1. E. O. Wilson, The Social Conquest of Earth. New York: Liveright, 2012.
2. Foreign Affairs, enero-febrero 2018.
3. D. J. Yashar, Does Race Matter in Latin America?, Foreign Affairs, marzo-abril 2015.