Ya reconoció en el titular de este espacio la conocida frase de Bill Clinton. ¿Es pertinente para México?
Si lo fuera, es relevante el hecho de que el optimismo en materia económica ha regresado al país. Diversos indicadores así lo muestran.
El crecimiento de las ventas de Walmart al mes de abril fue de 10.2 por ciento, lo que en términos reales significa un alza de 4.2 por ciento, la mayor de todo el año.
Además, la confianza del consumidor siguió el camino ascendente que ha reemprendido desde hace tres meses, y en abril creció otro 3.8 por ciento respecto a marzo.
Por si faltara poco, la exportación de autos se fue para arriba en el mismo mes y creció 16.1 por ciento.
Estos datos muestran que al iniciar el segundo trimestre se fueron conjurando los fantasmas que asustaron a los consumidores al comenzar el 2017: ya nadie habla del ‘gasolinazo’; no se ve un escenario catastrófico en la relación comercial con EU; pese a sus fluctuaciones, ya no se ve un dólar que pueda llegar a niveles que trastornen toda la economía, por citar sólo algunos factores que provocaron pánico al arrancar este año.
La pregunta que es legítimo formular ahora es si un mejor desempeño económico va a influir significativamente en la intención de voto de las próximas elecciones de junio… o en las de las del próximo año.
Ya le habíamos comentado previamente en este espacio que el alza en la masa salarial real este año es aún demasiado pequeña para ser percibida claramente por la gente. El incremento de los precios ha frenado el crecimiento del poder efectivo de compra en los hogares que ha mejorado por el mayor empleo.
Por esa razón, pese a cifras como las mencionadas al principio de este texto, es más probable que los determinantes de la votación del próximo junio estén más asociadas a otros factores, como la corrupción, la inseguridad o las características de los candidatos, por citar algunos de ellos.
Sin embargo, no se puede asegurar lo mismo para el 2018, pues para las elecciones aún falta 1 año, 1 mes y 21 días.
En este lapso pueden cambiar muchas cosas.
Por ejemplo, al elector mexicano se le acentúa su inclinación conservadora cuando la economía marcha razonablemente bien.
En contraste, cuando hay crisis o incluso si se tiene en la memoria una crisis cercana (como en el año 2000), la gente tiende a inclinarse más por buscar el cambio.
Si el movimiento hacia el optimismo que empezamos a ver en las últimas semanas permaneciera por un tiempo mayor y el desempeño de la economía fuera mejor a lo previsto, sí podría modificarse la percepción de los electores, y quizás podrían descartar las ofertas de cambios radicales para inclinarse por posiciones más moderadas.
¿Cuál es el pronóstico que puede hacerse respecto a la perspectiva del crecimiento en los siguientes cuatro o cinco trimestres?
Un indicador interesante es la encuesta quincenal de Citibanamex.
El consenso entre los expertos es que en 2018 la economía crecerá 2.2 por ciento, medio punto más que lo previsto para este año. Los más pesimistas, como Bank of America Merrill Lynch, esperan un crecimiento de 1.3 por ciento, y los más optimistas, como Bursamétrica, lo calculan en 2.8 por ciento.
En resumen, la perspectiva es que las cosas van a ir mejor de como están.
¿Será la economía lo que determine el voto? Veremos.