Pocos temas habían despertado opiniones tan críticas entre algunos dirigentes y simpatizantes de Morena, como la extensión del plazo al periodo del presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el ministro Arturo Zaldívar.
Cuando se introdujo el cambio de última hora en el Senado se hizo pasar como la ocurrencia de un senador del Partido Verde, que fue aprobada por la distracción de los otros integrantes de la Cámara.
Al paso de los días, ha ido quedando claro que fue una medida orquestada desde la presidencia de la República y operada desde la coordinación morenista de los senadores.
Sin embargo, quizás es la propuesta que más recelo ha causado entre personajes cercanos a la 4T.
No tiene desperdicio el tweet del diputado Pablo Gómez, que señaló lo siguiente: “Ese artículo transitorio para prolongar por dos años adicionales la presidencia del ministro Zaldívar en la Suprema Corte no podría transitar ni aún cuando fuera aprobado y promulgado. Mejor decirlo desde ahora”.
Pablo Gómez no es un opositor a la 4T ni por asomo y ha encabezado muchas de las peleas legislativas del gobierno de AMLO, así que su juicio no es superficial.
Se suma a otras voces de legisladores de Morena o de simpatizantes que perciben que la iniciativa se pasó de la raya.
Pero, si no hay sorpresas, hoy va a ser votada en San Lázaro y cuando venga el señalamiento de que el presidente López Obrador quiere que se apruebe, dudo que los legisladores usen su criterio propio. Como en los mejores tiempos priistas, se va a echar a andar la aplanadora y punto.
No dudo que haya algunos votos en contra o abstenciones de legisladores morenistas, pero van a ser los menos.
El presidente de la República ya dijo que, a su juicio, la reforma no es inconstitucional… aunque su opinión en este caso es eso, una opinión.
¿Qué va conseguir AMLO con esa reforma?
Generar una crisis en el Poder Judicial.
Es obvio que, de aprobarse, como todos los indicios señalan, habrá una controversia constitucional por parte de un grupo de legisladores. Y tendremos a alguna de las Salas o eventualmente al Pleno de la Corte, discutiendo sobre un tema que involucra a su presidente.
Y todo esto se dará en el contexto de la discusión de temas jurídicos relevantes como la Constitucionalidad de las reformas en electricidad, en hidrocarburos y seguramente en la recolección de datos biométricos por parte de los operadores de telefonía celular, solo por citar algunos.
No tiene la menor base el señalamiento hecho por AMLO en el sentido de que solo Arturo Zaldívar puede llevar a buen puerto la reforma del Poder Judicial.
Es obvio que eso no es el fondo del asunto.
La jugada probablemente forme parte de un espectro de acciones que van más allá de las elecciones del próximo 6 de junio.
El escenario esperado por Morena es un triunfo en la Cámara de Diputados que ratifique su mayoría calificada y ganar tal vez unas 10 gubernaturas, y obviamente la mayoría de los congresos locales.
Pero, en la visión del presidente, ya se está considerando la posibilidad de un escenario en el que pudieran no alcanzar ese objetivo y está creando los balances de poder que le permitan sacar ventajas aún sin tener ese resultado.
El cambio propuesto no implica ninguna modificación entre el día de hoy y 2022. Después de esa fecha, aún si dejara la presidencia, Zaldívar seguiría en la Corte como ministro. La reforma no apunta a los balances al interior de la Corte.
Si en diciembre, AMLO logra nombrar a un nuevo ministro que sea incondicional, en lugar del ministro Fernando Franco, habrá hecho cuatro nombramientos y aún no tendrá mayoría.
En suma, pareciera que la reforma apunta a tener a un presidente de la Corte débil y que dé la apariencia de ser un títere del presidente de la República.
Veremos si Zaldívar, más allá de la tormenta de críticas que ha recibido, tiene los arrestos y el talento para salir de la trampa en que le puso AMLO.
O si confirmará la creencia de algunos de que no era ajeno a la estrategia del presidente de la República y jugó en su provecho.