La tercera ola de contagios del covid-19 ha dejado de ser una hipótesis. Es algo que ya está sucediendo a escala internacional.
El 11 de enero tuvimos el pico mundial de nuevos contagios diarios en la llamada segunda ola, los cuales llegaron a 739 mil 500. A partir de entonces y hasta el 20 de febrero, hubo una tendencia a la baja a nivel global y los casos nuevos por día bajaron a 359 mil (usando siempre los promedios de 7 días para suavizar las curvas y evitar distorsiones por retrasos en registros).
Desde hace cinco semanas, la tendencia es claramente hacia arriba de nueva cuenta. El registro más reciente, del 28 de marzo, marcó 558 mil nuevos contagios. Ya no es un comportamiento anómalo de algunos días, sino una tendencia bien definida.
La semana pasada, escribíamos en este espacio que hoy la dinámica de la pandemia es una guerra entre la vacunación y las mutaciones del virus.
Lamentablemente, las cifras nos dicen que las mutaciones van ganando la partida.
Ya no se trata solamente de un puñado de países. Ya hay muchos que tienen una nueva tendencia hacia arriba en los contagios.
En Estados Unidos, el mínimo llegó el 23 de marzo con 53 mil nuevos casos por día. Pero desde entonces, ha aumentado. El 28 de marzo la cifra llegó a 63 mil 200 nuevos casos.
Ante la amenaza de esta tercera ola, el presidente Biden anunció ayer que, en un plazo de tres semanas, el 90 por ciento de los adultos en EU será elegible para ser vacunado, independientemente de su edad y anunció facilidades para hacerlo.
Además, Biden llamó a los gobiernos estatales a restablecer la obligación del uso del cubrebocas en espacios públicos, que en algunos estados ya se ha eliminado.
La intención es aplicar 3 millones de dosis por día. Si se lograra este propósito, Estados Unidos podría terminar abril con alrededor de 240 millones de vacunas aplicadas, lo que sería equiparable al 73 por ciento del total de su población.
A nivel mundial, hasta hoy se han aplicado 552 millones de vacunas, lo que representa el 7 por ciento de la población del orbe.
Sin embargo, es apenas un puñado de países el que tiene a más de 7 por ciento de su población vacunada. La gran mayoría, está muy por debajo de esa cifra.
En México aún no se ha revertido la tendencia a la baja de los contagios. Sin embargo, como en episodios anteriores de esta pandemia, cuando las tendencias surgen en otros países, es prácticamente un hecho que ocurrirá aquí.
Pese a las declaraciones de los funcionarios públicos, la realidad es que no existe la capacidad para aumentar significativamente el número de vacunas aplicadas.
Para conseguir que el 30 de abril en realidad estuvieran vacunados –al menos con la primera dosis– la totalidad de las personas mayores de 60 años, sería necesario que en los próximos 33 días se aplicara un promedio de 272 mil vacunas por día.
En la última semana, cuando se aceleró el proceso, hubo un promedio de 174 mil dosis aplicadas cada día.
Las próximas fechas serán críticas y las señales que se obtienen no son buenas.
El comportamiento de los ciudadanos, cansados del encierro, y sin señales claras por parte de las autoridades, va en muchas ocasiones entre la indiferencia y la displicencia, como se ha observado en la salida masiva de vacacionistas.
Eso nos hace pensar que los contactos que se producirán en los días que vienen nos van a conducir al estallido de la tercera ola en nuestro país.
La idea equivocada de que la inmunidad surge a partir de recibir la primera dosis de la vacuna también puede ser riesgosa.
En realidad, la protección completa aparece hasta que haya transcurrido una semana o poco más después de la aplicación de la segunda dosis.
Una actitud laxa tras recibir la vacuna puede dar lugar a que haya más contagios aun entre la población vacunada.
No hemos superado los riesgos de la pandemia. Más vale que seamos conscientes de ello, antes de sufrir las consecuencias.