Muchas veces me han recriminado que yo pido el repliegue de las fuerzas armadas a los cuarteles porque jamás he estado realmente cerca de las zonas más peligrosas del país y desconozco lo que es vivir la violencia en carne en propia. Y puede ser. A pesar de que soy originaria de Sonora, nunca me he tenido que enfrentar a la violencia de primera mano.
Aun así, lo que tengo muy claro es que la estrategia de seguridad que han seguido los últimos dos presidentes, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, nos ha dejado con un país lleno de fosas, con casi 250 mil personas asesinadas y más de 37 mil desaparecidas, sacar a las calles a las fuerzas armadas no disminuyó la violencia, por el contrario, al no tener una estrategia integral y clara, resultó en un gigante sin cabeza que además en muchos casos violaba los derechos humanos de las víctimas.
Ayer, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) nos dio la razón cuando nueve de los once ministros y ministras declararon inconstitucional la Ley de Seguridad Interior (LSI) que pretendía formalizar que el ejército y la marina realizaran labores de seguridad pública, es decir, que pudieran hacer detenciones, cateos, investigaciones, espionaje, entre otras.
Fuente: Cuartoscuro
Esta lucha contra la militarización la hemos alimentado muchos y muchas y desde el colectivo Seguridad Sin Guerra advertimos en repetidas ocasiones la inviabilidad de la ley y de la estrategia fallida de seguridad.
Así que no mentiré, fue impresionante escucharles decir a las y los ministros que esa ley contra la que habíamos peleado por más de dos años era inoperante y contraria a nuestra Constitución. Sin duda un gran logro para la sociedad civil organizada pero en específico para las miles de víctimas que han ido de puerta en puerta contando sus historias de impunidad y corrupción.
Estuve en el pleno mientras lo votaban, y en otra circunstancia hubiese roto todo protocolo de la Corte y al finalizar la votación seguramente se hubiera escuchado un aplauso o un grito de mi parte, pero el miércoles, el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, presentó su estrategia de seguridad la cual incluía una Guardia Nacional integrada por fuerzas armadas y civiles que respondería a la Secretaría de la Defensa, es decir, más de lo mismo, más militares en las calles, más violencia.
Fuente: Cuartoscuro
Todo esto, a pesar de haber prometido en campaña que los soldados y los marinos regresarían a los cuarteles, ahora, anunciaba que continuaría con la misma estrategia que sus antecesores.
El shock en mí no se hizo esperar, yo había votado por este hombre que estaba acabando con mis ilusiones.
Pero esto no terminaba ahí, lo peor estaba por llegar. El diputado Mario Delgado, quien hace un año se pronunciaba contra la LSI, ahora daba entrevistas diciendo que propondrían reformas a la Constitución con el objetivo de que las fuerzas armadas sí pudieran realizar labores de seguridad pública, una postura totalmente contraria a la que tuvo en diciembre del año pasado.
La esquizofrenia total, mi cabeza no podía entender sus palabras pues habían sido ellos quienes nos ayudaron a que eso no sucediera, fueron ellos quienes se pronunciaron siempre por el repliegue paulatino a los cuarteles, y hoy, de la noche a la mañana, la estrategia de Calderón y Peña era la adecuada.
A la mañana siguiente, Alfonso Durazo, propuesto por López Obrador como el próximo Secretario de Seguridad Pública, dio varias entrevistas donde intentó defender su postura pero cayó en lugares comunes sobre la importancia del papel de las fuerzas armadas en el crimen contra el narcotráfico, lo único que le agradezco es que haya dejada abierta la puerta a la negociación al decir que escucharían a otras voces pero lamentablemente eso ya nos lo dijeron y no lo cumplieron.
Y también están las declaraciones de la diputada Tatiana Clouthier de Morena, quien aseguró que lo dicho por la SCJN tiene que ser tomada en cuenta en la propuesta de AMLO sobre la militarización y que podría reformularse dicha estrategia de seguridad.
En resumen: ganamos una, muy grande, que la SCJN echara para atrás una ley que militarizaba al país pero nos agüitaron la fiesta proponiendo algo peor y llevándolo hasta nuestra Constitución y es aquí donde nos tiene que salir lo ciudadanos y ciudadanas. Yo voté por AMLO pero jamás, bajo ninguna circunstancia estaré de acuerdo en que militarice al país y peor aún, que vuelva constitucional la presencia de las fuerzas armadas realizando labores de seguridad pública. Ahora nos toca dar esa batalla porque esto no se acaba hasta que se acaba. #YoVotéPorLaPaz