El lunes comenté en este espacio la pachorra con que los partidos de oposición en la CDMX están tomando su proceso de selección de candidato para gobernar la capital. Mientras en Morena, que lleva la ventaja en las encuestas, hay una verdadera batalla campal por la candidatura, ayer los partidos opositores anunciaron que harán unos foros en los que podrán participar los que quieran y que en enero deciden quién será el ganador. “Hay tiempo”, parecen decir. No hay por qué apurarse, las elecciones son hasta el año que entra, hasta junio, es una barbaridad de tiempo lo que hay de aquí a entonces. El reloj seguirá corriendo, en efecto, pero normalmente a favor de los que aprovechan el tiempo. En las campañas el tiempo es recurso valiosísimo y, como en la vida, no es renovable.
Seguramente el que está mal soy yo, no lo dudo. Pero permítame el lector, la lectora, el lectore, comentar que las campañas son dinámicas y requieren disciplina, por supuesto, pero también dinero, estrategia, tiempo y, sobre todo, cómo saber usarlo. En muchos lados las campañas empiezan mucho antes de los procesos electorales. En México también, excepto para la oposición en la CDMX y la campaña de Xóchitl, que piensan que no es así, que todo sucederá a partir de enero. Suena un poco ingenuo, pero más que eso suena abiertamente derrotista. En Estados Unidos, los presidentes que buscan su reelección dedican a eso los dos últimos años de su gobierno. El que pega primero, pega dos veces; al que madruga, Dios le ayuda... En fin, demasiada sabiduría popular que se puede aplicar. Claro que hay lo que se le conoce como los underdog, personajes que llegan desde abajo, por los que pocos apuestan y resulta que dan la sorpresa, quienes dan la voltereta, en un debate, con una propuesta o saben aprovechar los errores de los otros de manera brillante. O los que leen perfectamente el momento y saben apelar a las emociones y latidos del electorado. No parece que estamos en esos escenarios, pero hay quien prefiere verlo de esa manera.
Ganar elecciones requiere de tener ganada primero la percepción de que se puede hacerlo. Estancarse o, peor aún, caer en las encuestas, no es una buena noticia. Si falta tiempo, o se repone uno de la caída o se hunde más. Esto parece verlo Samuel García, de MC, en el caso de Xóchitl, y apuesta a llegar al segundo. Y, sorprendentemente, parece que Xóchitl y su equipo lo ven igual y ya empezaron a pelearse con el tercer lugar (exactamente lo que hizo Anaya). Claudia, mientras tanto, se dispone a arreglar su tiradero y a no cometer errores. Tiene capital electoral para pagar sus pleitos y el tiempo que necesite para arreglarlo.
Michael Igantieff, escritor y académico canadiense que aspiró a primer ministro, en sus memorias sobre su paso por la política y las campañas (Fuego y cenizas, éxito y fracaso en política Ed. Taurus) hace algunas reflexiones sobre el tiempo en esta materia:
“Mientras que el medio natural de un pintor es la pintura, el de un político es el tiempo”.
“Lo que calificamos como suerte en política es en realidad un don para apreciar el momento exacto, para saber cuándo actuar y cuándo esperar una oportunidad mejor”.
Por supuesto que nada está escrito. Pero, de ser posible, sería mejor irlo escribiendo. Los resultados del partido del domingo no se saben con antelación, pero sí se sabe qué equipo está bien preparado, cómo se ha desempeñado y dónde hay fallas. Y, por supuesto, si el contrario puede llegar diezmado, pues mucho mejor. Será poco lucidor, pero se trata de ganar, no de dar lecciones de estilo.
Por lo pronto, decir que esto todavía no empieza, que falta mucho y que no hay que hacer caso de las encuestas, no es una buena estrategia para conseguir votos, aunque puede ser un buen ensayo para redactar un epitafio preciso.