Murieron 19 niños y siete adultos en el derrumbe de un colegio que tenía 23 irregularidades en protección civil.
Pese a las peligrosas anomalías que anunciaban un colapso fatal, el plantel pudo seguir operando gracias a la “benevolencia” de la delegación Tlalpan.
Mientras eso no se castigue, no podemos esperar justicia en ningún delito cometido por dirigentes del partido mayoritario en la capital, Morena.
Así haya muertos, balaceras, contratos ilegales o fraudes monumentales, ese partido es garantía de impunidad para quienes cometen el latrocinio que se les ocurra.
No hay autoridad que les aplique la ley.
Por esa razón, es muy posible que ganen la Presidencia y la capital del país el próximo año. Porque les tienen miedo y no los han frenado a tiempo, con la ley en la mano.
Autoridades de distintos partidos son procesadas, inhabilitadas o encarceladas, menos de Morena. ¿Porque son pulcras? No, porque les tienen miedo.
Sheinbaum debería, por lo menos, ser depuesta e inhabilitada. ¿Cómo que funcionaba la escuela Enrique Rébsamen sin la constancia de seguridad estructural?
¿Ni con el documento de evaluación de riesgo, vulnerabilidad y diagnóstico? ¿Sin el visto bueno de seguridad y operación completo y vigente? ¿Sin tener siquiera el carnet del Director Responsable de Obra?
Nada de eso había entregado la escuela a la delegación Tlalpan, más otra veintena de documentos de protección civil.
Y después de la tragedia del 19 de septiembre, el día 25, la delegada Sheinbaum salió a una conferencia de prensa y dijo que la escuela tenía “todos los papeles en regla”.
La delegación ni siquiera había integrado el Comité de Protección Civil a que le obliga la ley. No pasa nada. ¿Murieron 19 niños? ¿También siete adultos?
Ahí sigue la delegada en su cargo. Es de Morena. Y háganle como quieran.
Poco antes del terremoto de septiembre, el principal narcotraficante de la capital mexicana, Felipe Pérez Luna (El Ojos), fue muerto en una refriega con la Marina en la delegación Tláhuac, donde tenía su guarida.
Celebraba fiestas en la delegación gobernada por Rigoberto Salgado, a quien López Obrador calificó de “ejemplo de lealtad y honestidad”.
Listo. Palabras mágicas. Inmunidad absoluta.
Durante la acción de la Marina, PF y policía capitalina, los mototaxistas irregulares, liderados por el hermano del delegado, actuaron como halcones del grupo criminal. Eran parte de él. Avisaban cada vez que un extraño merodeaba con preguntas en la demarcación.
Tláhuac, gobernada por Morena, era la guarida del narco en el sur de la Ciudad de México.
Los parientes del Ojos trabajaban en la delegación. Ahí estaban sembrados por el líder de la banda. El delegado los contrató.
¿Alguna sanción para Rigoberto Salgado por estar coludido con el narco hasta las narices?
Ninguna, es de Morena.
Ese jefe delegacional, “ejemplo de lealtad y honestidad”, ganó las elecciones luego de haber recibido financiamiento ilegal (aportaciones de personas físicas con actividad empresarial, prohibido).
A quien lo financió de manera ilegal –según el INE–, Patricia Lizeth Vázquez, el delegado la premió con contratos, sin licitación pública, por 33 millones de pesos.
¿Ya inhabilitaron y procesaron al delegado? Claro que no, es de Morena.
Y el mayor atraco que ha vivido la ciudad en las últimas décadas, el fraude con la Línea 12 del Metro, también quedó impune.
Unos 200 millones de pesos tenemos que pagar anualmente los capitalinos en mantenimiento para una línea cuyas vías no sirven para los trenes que se adquirieron, en 18 mil millones de pesos, por adjudicación directa.
¿Responsables? ¿Procesados que devuelvan el dinero?
Para nada. Están en Morena.