Porque estaría bien que supieras la jerga de la corrupción (y con humor)
La corrupción es algo que todos los políticos sienten, pero ninguno explica (ni combate), parangonando al filósofo Goethe.
Y como en México, el presidente Enrique Peña Nieto ya dijo que la corrupción es "un asunto cultural", te dejamos algunos ejemplos para que entiendas este mal, y de paso, para invitarte a leer el libro Corrupcionario mexicano, de la organización Opciona y la editorial Penguin Random, de donde recuperamos estos términos.
1. Mordida/Moche. La leyenda dice que, a fuerza de repetir la palabra a gritos en los pasteles de cumpleaños de los niños, este sustantivo, que constituye la piedra angular de la corrupción, se inoculó en la sangre Mexa. Se trata de un soborno —un biyik, marmaja, un villano— que se ofrece como tributo al Dios facilitador de trámites o anulador de infracciones de tránsito mediante su profeta en la Tierra: el funcionario de ventanilla o el policía de tránsito.
A cambio de estas mandas monetarias, los dioses nobles conceden los favores solicitados. Tan grande es la tradición y el culto a esta práctica que conoce otros nombres en diferentes regiones, como “brindar el apoyo”, “ahí pal’ chesco”, “se le va a dar la atención” u otras sentencias que los profetas emplean en el ritual.
2. Chapulín. Miembro de la “clase” política que sufre de daltonismo electorero crónico, por lo que no distingue colores y cambia de partido como de calcetines. Tiene un corazón tan grande, que es capaz de dar espacio a todo tipo de “principios”. Un día puede amanecer azul, otro rojo, en un futuro quizá amarillo o hasta naranja. Todo se vale en tanto se esté dispuesto a decir que las “circunstancias cambian” o que “lo que importa es el proyecto”. En pocas palabras, un vividor pagado con nuestra lana.
3. Un político pobre es un pobre político. Frase de otro ilustre político mexicano, mejor conocido como El Profe (el priista Carlos Hank González), para referirse a su enriquecimiento personal. ¿Por qué no?
4. Prebenda. Conquista laboral de la clase política, que por obra y gracia de su linda carita tiene derecho a disfrutar lujos tan modestos como aguinaldo doble, retiro con pensión vitalicia del 100%, camioneta blindada con chofer y guaruras, y boletos VIP para la visita del papa.
5. Partidos políticos. El bisnes más rentable de México desde 1996, con retornos sobre capital superiores a los de Apple —y sin riesgo ni necesidad de inversiones iniciales—. No es broma. Y enchila porque deberían de ser el principal instrumento para que los ciudadanos participemos en política y hagamos vida pública.
6. Embarazo de urnas. En el principio dijo el PRI “nomás la puntita”. La urna lo miró a los ojos y le dijo “bueno, pero la puntita nomás”. Ya luego con la “alternancia” se puso de moda el embarazadero y todos los partidos han echado sus canitas al aire por igual.
7. Diputado. Si fuera clase de zoología, podrías pensar que se trata de un zángano. Sin embargo, se trata de un miembro del espacio simulado de representación más grande de nuestra democracia: el Congreso. Los hay de muchas clases, como los que gustan de la compañía de chicas de la vida galante: “Diputables”; los que no son tan inteligentes: “Diputarados”; los que se la pasan tan a gusto como legisladores que se autonombran “Diputamadre”; incluso, existen los que buscan hacer su chamba, pero nadie los pela, los “Diputaislados”; entre otras subespecies.
8. Desvío de recursos. ¿Te acuerdas cuando tu jefa te mandaba a la tienda y en vez de regresarle el cambio te lo gastabas en las maquinitas? Bueno, pues algo así, sólo que se hace desde el gobierno, con lana de todos nosotros, y quien se queda con los cambios son los gobernantes
9. Chayote. La principal fuente de alimentación de los “periodistas” más cercanos al poder. Rica en vitaminas para los autores, pero llena de chatarra para los lectores. ¡Chale!
10. Aviador. Trabajador o trabajadora del Estado que se gana y ha mantenido su puesto gracias a su amistad o parentesco con algún político pesado (de los llamados, “líder”, “gallo”, “tigre” o hasta “chingón”). Su trabajo consiste en aparentar que trabaja, sin siquiera aparecerse en su lugar de trabajo. Prueba de que en México gana el mérito.
11. Delfín. Pintoresca manera de referirse al "candidato" preferido del góber en turno, por lo cual este último suele estar dispuesto a desviar recursos públicos para "aceitar la maquinaria", cargar asambleas a fin de "amarrar la nominación" y facilitar la cobertura mediática para que aquél o aquélla sea "el más adelantado en las encuestas". Toda una lindura de nuestra exotiquísima fauna política.
12. Simulación. Recreación por parte de gobernantes y ciudadanos, que hace la suerte de simulacro sobre qué pasaría si respetáramos las reglas y obligaciones de todos. Remite al viejo “haces como que me pagas, y hago como que trabajo”. Nos tomamos tan en serio este ensayo de dramaturgia que todavía no lo hemos concluido.
Como ya se acerca 2018, te damos otra frase de regalo.
13. En el año de Hidalgo, chingue a su madre el que deje algo. Frase burocrática que se repite cada seis años, justo antes de terminar el periodo de gobierno, y que no quiere decir otra cosa más que la señal de salida para robar de manera descarada antes de que termine el sexenio.
Y si quieres entender más palabras de este tipo te recomendamos leer el Corrupcionario mexicano, un libro ilustrado con cerca de 300 palabras que la organización Opciona y la editorial Penguin Random House lanzaron.