La popularidad del presidente López Obrador, que ronda actualmente el 62 por ciento, ha resistido a la pandemia y a la crisis económica. Su partido, Morena, tras haber caído en un bache, ha vuelto a sus niveles de apoyo pre-pandemia, con 39 por ciento. Si hoy fueran las elecciones, sería altamente probable para Morena ampliar su mayoría legislativa y llevarse varios estados. Por ahora, los vientos de la opinión pública soplan a favor del presidente y su proyecto.
Confiado en sus números, el presidente se ha visto retador y hasta juguetón ante sus críticos y sus opositores. Él es quien ha mantenido presente a la oposición en su narrativa.
Habla sin congoja de los conservadores y les atribuye un poder y una agenda que en principio no checa con la espiral de silencio prevaleciente del lado opositor. La diferencia que veo entre críticos y opositores es que los primeros señalan los defectos del gobierno, pero los segundos son los que tendrán que someterse a las urnas el próximo año enfrentando al partido del presidente. Puede haber traslape, pero no todos los críticos son oposición, ni todos los opositores han sido críticos.
Entre las críticas están las expresiones feministas, que tumbaron la popularidad del presidente en febrero a fuerza de cantos y pintas, y que, con una agenda por los derechos de la mujer y contra la violencia de género, distan de lo conservador. No es claro que el Presidente las incluya en esa categoría; pero sí es claro que cuando las voces de las mujeres suben su volúmen y marchan por las calles, el gobierno titubea. Según las encuestas, el manejo de la violencia de género es uno de los aspectos peor evaluados de la actual administración, junto con la economía y la seguridad pública.
Las recientes críticas de la comunidad intelectual son importantes pero han tenido poco eco en el grueso de la opinión pública. A diferencia de los intelectuales, la población percibe más avance que retroceso en la libertad de expresión con este gobierno. En ese caso, la crítica se ha circunscrito a su propio nicho.
El surgimiento del Frente Nacional Anti AMLO representa una nueva expresión que hay que ir entendiendo. La encuesta de El Financiero indica que el apoyo y el rechazo a FRENAAA son un fiel reflejo de la opinión hacia el presidente: quienes desaprueban su gestión son los que más apoyan el plantón en el zócalo. Pero también hay un componente ideológico: las acciones de de FRENAAA tienen más apoyo entre los entrevistados de derecha y menos entre los de izquierda. Por lo que veo, el factor ideológico se impone incluso al de descontento; por ello hay que estar atentos a sus contenidos. FRENAAA podría ser un factor de movilización en la consulta de revocación de mandato. Pero, a menos que ésta se adelante y coincida con las elecciones, los partidos de oposición son los que enfrentarán las batallas electorales en 2021. Y a eso hay que dedicarle tiempo y análisis.
En la trilogía Patria, Paco Ignacio Taibo II narra las guerras entre liberales y conservadores de 1854 a 1867. De ahí tomo prestadas algunas herramientas de historiador militar que veo útiles para analizar la política actual: la moral de las tropas y el factor anímico antes de un enfrentamiento. En 1867, con los franceses en retirada y los imperiales disminuídos, el avance de las fuerzas republicanas no solo era territorial y estratégico, sino anímico. En el tercer volumen de Patria, sobre la caída del Imperio, Taibo II escribe: "El ejército conservador está moralmente derrotado, y en cuanto se produce sobre él la mínima presión se desbanda y huye..."
Quizás la frase le suene familiar porque así describió López Obrador a la oposición después del 2018: moralmente derrotada. Traer la moral baja puede generar deserciones.
Según las encuestas, no se ve deserción en los principales partidos de oposición, pero tampoco avance. Podríamos decir que están como en estado de sitio, con el presidente lanzando ráfagas y provocaciones retóricas, acaso con fines desmoralizantes. No sabremos bien a bien su efecto hasta las elecciones, pero lo que si queda claro es que a los partidos de oposición les urge reagruparse, redefinir su estrategia y, sobre todo, subirse la moral, si es que pretenden resistir el sitio en las plazas que defienden. A menos, claro, que ya hayan optado por rendirse y entregarlas. Espero retomar el análisis de las oposiciones.