“Si de algo sabe López Obrador es de política”, es una frase que resumía hasta hace poco tiempo la imagen del presidente de la República como una persona con una enorme astucia y capacidad para la operación y comunicación políticas.
Por esa razón, se daba por un hecho que cualquiera que fuera el candidato presidencial de Morena en 2024, tenía virtualmente asegurado el triunfo.
Cualquier candidatura morenista se apoyaría en la popularidad presidencial y en su capacidad para orquestarle su campaña, lo que permitía anticipar un día de campo frente a una oposición dividida y sin figuras.
Hoy, ese escenario ha cambiado, en buena medida, por las decisiones tomadas por López Obrador, que parece haber perdido ese toque que tuvo por años.
Una de ellas fue el destape anticipado de las 'corcholatas' y la forma que dio al procedimiento de selección del candidato de su movimiento. Quizás pensó que con ello habría más oportunidad de posicionar a alguna candidata o candidato, y además pensaba contar con todos los elementos para controlar este proceso y evitar desgaste y divisiones.
Pues resulta que las cosas no han salido como esperaba. Los golpes por debajo de la mesa que siempre han estado presentes hoy han arreciado.
En la medida que se prohibieron los debates entre las 'corcholatas', el recurso que tienen ha sido moverles el piso a sus contendientes. A la larga, ese mecanismo va a generar divisiones y resentimientos.
Quizás hoy todavía no aparezcan tan evidentes las grietas que se están formando porque no están en la superficie, pero allí están y el partido del presidente ya no será el bloque monolítico que parecía ser apenas hace unos cuantos meses.
Además, de acuerdo con la encuesta de El Financiero, el interés que despierta este proceso ha ido decreciendo y la confianza en el método también ha bajado.
La siguiente decisión que le ha hecho perder ventaja a AMLO es el haber convertido a Xóchitl Gálvez en el fenómeno político más notable de los últimos años.
Hasta hace pocos meses, la senadora era una aspirante fuerte por la candidatura a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México. Y aun así, había dudas de la viabilidad de su candidatura en la medida que la estructura del PAN no se inclinaba por ella.
Los cuestionamientos de AMLO así como la respuesta de Xóchitl, fueron atrayendo la mirada pública hacia la senadora y diversos grupos, sobre todo de fuera de los partidos, comenzaron a visualizarla como una probable candidata presidencial.
En un mero ejercicio hipotético, imagine que AMLO no la hubiera cuestionado ni le hubiera dado ocasión de demandar su derecho de réplica, tal vez lo más probable es que siguiera como una fuerte aspirante de la oposición a la candidatura a la CDMX.
La notificación del INE al Presidente para que ya no hable de temas electorales en las mañaneras no quiere decir que cesarán los ataques contra la senadora Gálvez.
Le puedo anticipar dos vertientes en las que van a seguir. La primera es buscar algún recurso legal para bajarla de la carrera. Pueden fraguar acusaciones inventadas que eventualmente pretendan llevarla a los tribunales.
La segunda es poner un marcaje personal para que, en este proceso de carreras adelantadas, se busque inhabilitarla como posible candidata por violaciones a la legislación electoral.
Aún faltan muchos meses, pero no cabe duda de que Xóchitl ya se convirtió claramente en la puntera y en la favorita en la carrera de la oposición.
Espero que su equipo cercano y las dirigencias de los partidos y organizaciones que constituyen el frente opositor, estén conscientes de que van a ser objeto de ataques desde el Estado y de los grupos morenistas en diversos frentes y por los siguientes 10 meses y medio por lo menos.
Y, por cierto, también sería bueno que la aspirante recibiera una razonable seguridad para su persona. Más vale.