Todavía escucho con cierta frecuencia opiniones que señalan que en México tenemos una crisis.
Pues en medio de esa presunta crisis, ayer, la asociación de los distribuidores de autos (AMDA) dio a conocer que en el mes de marzo las ventas de vehículos tuvieron un incremento de 17.2 por ciento respecto al mismo mes del año pasado y eso que los distribuidores de coches dicen que esperaban todavía ventas más altas.
No seríamos objetivos si no consideramos el efecto de la Semana Santa, que el año pasado cayó en marzo y en esta ocasión lo hará en abril.
Quitando el efecto de dos días hábiles menos, la tasa quedaría en 10.1 por ciento. Si quitamos 3 días laborales el alza sería de “sólo” 6.9 por ciento.
Ayer se dieron a conocer más datos.
El INEGI reveló que el indicador de pedidos del sector manufacturero (con cifras desestacionalizadas) se ubicó en 53.13 unidades para marzo, un salto de 6.9 por ciento respecto a febrero.
Además, se trata del nivel más elevado para este indicador desde marzo de 2015, es decir, en los últimos 24 meses.
Además, el Índice de Confianza Empresarial en el mes de marzo tuvo un incremento de 2.7 por ciento respecto a febrero. Se trata del salto mensual más importante desde marzo del 2010, cuando la economía le estaba dando la vuelta a la crisis que tuvimos en 2008-09.
En la medida que, en los próximos días tengamos disponibles más datos, seguramente constataremos que hay un cambio de perspectivas muy importante tanto entre consumidores como entre empresarios.
Al presidente Peña le llovieron las críticas cuando, el pasado 28 de marzo, en un encuentro con militares y sus familias dijo: “Quienes les digan que vivimos en un país que está en crisis, crisis es seguramente lo que está en sus mentes, porque no es lo que está pasando”.
Más allá de que la expresión de Peña haya sido desafortunada, otra vez es muy claro el contraste entre lo que las percepciones señalan y los que los hechos objetivos muestran.
El triunfo de Donald Trump, con todas sus secuelas, y luego el incremento de los precios de las gasolinas, desató una sensación de angustia, que en las últimas semanas claramente ha ido menguando.
Han cambiado de perspectiva desde los operadores de fondos que manejan volúmenes muy importantes de recursos e influyen sobre la cotización del peso frente al dólar hasta quienes compran a crédito un auto compacto.
Y ese cambio de ánimo está permitiendo un desempeño de la economía mejor de lo previsto.
El último gran obstáculo en el corto plazo, perdón si lo cansó con el mismo juicio, es la definición de la política fiscal en Estados Unidos.
Si resulta que el paquete fiscal que propondrá Trump no contiene el ‘border adjustment tax’, entonces habrá otra sensación de alivio que conducirá a que el peso se fortalezca adicionalmente y mejore la confianza de inversionistas y consumidores.
Y, luego, la gran prueba va a ser el camino a la elección del 2018. Pero ello lo comentaremos el día de mañana, sobre la base de los datos de la encuesta de intención de voto que hoy publica El Financiero.