El seguidor de López Obrador deambula por su cuarto. No puede del coraje, se sienta en su computadora y escribe esta reflexión chaira: todos lo vimos. La saña, el odio, el veneno con que la periodista de Televisa, Danielle Dithurbide, le preguntó a la nueva titular de la SEP sobre aspectos del aprendizaje de los niños mexicanos en la escuela. Solamente desde la mala fe, desde la hipocresía conservadora, una periodista se atreve a preguntar eso a la secretaria de Educación. Algo que no se había visto antes; pero claro, es Televisa, y ella tiene el programa que tenía Loret, o sea, como dice el líder de Palacio: esdeque todo encaja. Lo que bien se aprende…
Hay quienes no han entendido nada de la cuarta transformación, que “esto ya cambió, que ya no es igual”. Luchan a brazo partido por conservar sus privilegios. Pero eso ya quedó atrás. Es de las épocas de Calderón. Acuérdense. En esas épocas, nefastas como pocas, ¿se le podía preguntar al secretario de Educación algo sobre los niños? Claro que no, eso no se permitía. Ahora que las cosas han cambiado, vienen y preguntan de esa manera obscena, lo que antes no se atrevían a hacer. Porque los mandaban los de hasta arriba, los del poder, ¡les daban chayoooo! Y ahora que no se les da, quieren preguntar, sienten que hacen “periodismo de rigor”.
La entrevista que concedió, de muy buen modo, con agrado y con el afán de informar al pueblo de México, doña Leticia Ramírez, se convirtió en un linchamiento clasista encabezado por otra mujer, representante del privilegio y la blanquitud, con nombre y apellido extranjero. Fíjense nada más: Danielle Dithurbide. Nada más en el apellido lleva la traición, aunque lo escriban mal y lo quieran esconder. Nada ha dicho nuestro líder el Presidente por respeto a la dama y para que no lo acusen de violencia de género y esas cosas en las que se escuda la derecha para insultar y agredir impunemente. Porque todos recordamos la historia de Iturbide en este país, un representante de las fuerzas del mal, como lo es la señorita Danielle, que representa a Televisa –imperio maligno al que le llegará su hora–. Pero bueno, la cosa es que un asunto tan sencillo como una entrevista lo volvieron una herramienta para su racismo.
Porque como bien han señalado varios compañeros, Danielle hizo esas preguntas cuando no tiene derecho a hacerlas, no tiene autoridad moral para preguntar. Punto. Ella no es más que una periodista y no tiene por qué andar preguntando cosas por todos lados. Ella tiene que divulgar, difundir lo que se dice, no andar ahí criticando por criticar. A ver, por qué no le hace esas preguntas a Frida Sofía, ¿por qué no? Ah, pues claro, porque Frida Sofía no existe, ¡fue un invento de Televisa y de Loret y de Danielle! O sea, todos metidos en la gran farsa. ¿Y saben qué? Leticia Ramírez no es un invento, ¡es de verdad!¡Es un ser humano! Por eso Danielle le puede hacer preguntas, aunque no tengan nada que ver con su puesto.
A quién se le ocurre preguntar sobre las clases de matemáticas de segundo de primaria. Solamente a una perversa conservadora. ¿Acaso ella sabe qué es lo que ven los niños en ese grado? No. Pues entonces por qué le pregunta a Leticia, que con toda paciencia aguantó sus impertinencias de todo tipo. ¿Qué creen, que lo único que tiene que hacer la titular de la SEP es imaginar qué le van a preguntar la derecha rancia y decadente? Claro que no. Ella está mucho más allá de todo eso. Ni modo que sepa todo de todos los libros de todos los grados y de todos los alumnos. Eso no se puede. O sea, es humanamente imposible. Pero como la nombró López Obrador y como es una gente honesta, pues van y le preguntan de manera ventajosa cosas que nadie sabe.
Al final, quedó exhibida la maniobra derechosa del fascismo conservador: pidieron la entrevista para preguntar cosas fuera de contexto. Luego se preguntan por qué el Presidente no los quiere.