Corto corto, largo largo.
Querido mundo mundial:
Hoy, desde la patria mexicana, les traigo un mensaje: no se pelien, totalmente para qué.
No sean así, Rusia y Ucrania, escuchen esta voz amiga y recapaciten. Váyanse a su cuarto Vladi y Volodi. Y no salgan hasta que no prometan portarse bien. Sean buenos.
Si gustan, y sin precio, con el nuevo embajador mexicano en Rusia, que anda algo perdido en Wikipedia, les mandamos unas cartillas morales para que sus gobiernos descubran las bondades de la moral. Están en español, pero ¿no dicen acaso que el lenguaje del amor es universal?
Pórtense bien. Ese es mi mensaje para ustedes, y todos los líderes mundiales, en este Día de la Independencia mexicana. Qué más podemos soñar todos juntos que la paz mundial, la fraternitad.
Les confieso que les tengo un consejo si su propósito es que el mundo los vea como emisarios de paz: abramos nuestros palacios a víctimas de otras eras, a descendientes de personajes simbólicos, pero inocuos en el contexto específico, a redituables figuras aspiracionales.
Aquí invitaremos a Pepe Mújica, un perseguido de ayer, de forma que quién ha de reprocharnos adorar la prisión oficiosa que en México desespera a miles y miles de los nacionales Pepes que hoy se pudren en las cárceles mexicanas sin una sentencia. Bienvenido, Pepe, y también bienvenida la familia de King y Mandela. Jao du yu laik auer countri.
Que vengan también familiares de Assange, que gusto les dará cuando vean la parodia de periodismo en que convertimos la conferencia matutina de Palacio.
He de decir, con un poco de rubor por inmodesto, que incluso para que ya no haya guerras recomiendo tomar lecciones de la mañanera: es tan buena, de verdad, que incluso hay quien no sabría decir cuál es la real y cuál la sátira, la de El privilegio de mandar o la mía. Lo digo como timbre de orgullo. Arriba la propaganda, abajo las armas.
Puestos ya a dar consejos, y dado que a la ONU le dimos dinero y no nos cumple, les comparto mi mejor descubrimiento: hagamos la paz de la mano de la milicia.
Qué mejor que evitar la guerra que darle a los militares cachos enteros del gobierno.
Piénsenlo, señores y señoras de los gobiernos del mundo: ahí está el ejemplo que nos da Cuba: régimen verde olivo traducido en paz social por más 60 años. Hasta van por el récord del PRI, y no es poca cosa. Una porra para mis comandantes. Alabio alabao… ah, ¿no se saben las porras? Pobres.
Amigas y amigos gobernantes. La paz sea con ustedes. Que entre pueblos no cunda la discordia: el respeto al derecho de los gobiernos a socavar su prensa, a desdeñar a las víctimas y a dar pésimos servicios sin rendición de cuentas, debe ser mundial, pero interno. Respeto al “cada quien sus cubas”.
Por la autodeterminación de los pueblos para que sus gobiernos sean respetados aunque no respeten derechos –¡perdón!, se me olvidó gritar ¡viva el régimen de los Ortega en Nicaragua!, caray, casi se me pasa–; decía, que por el derecho de cada gobernante a hacer en su patio lo que venga en gana, pero afuera no peliar, ¡viva México!
Dedíquenle ese esfuerzo a nuestra querida Isabel… ooops, me hice bolas por la emoción, es que me ganan los nervios al tener la atención de los países; este: dedíquenle la paz a nuestra querida Cristina, injuriada en Argentina, Evita de nuestra era.
Y como decía ese gran pacifista que fue el Che: hasta la vista, babies.
Corto corto, largo largo.