En una jugada de pronóstico reservado en cuanto a sus consecuencias, la jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum decidió darle centralidad en el debate al tercer informe de la consultora DNV sobre la caída de un tramo de la Línea 12. A reserva de ver cómo salen de ésta los de Morena, hay una víctima política de esa maniobra: Marcelo Ebrard Causabon.
Sheinbaum, que no puso reparos a las dos anteriores entregas de la consultora noruega con siglo y medio de experiencia, rechazó públicamente la semana pasada el tercer reporte de DNV, hecho que desató suspicacias y especulaciones. Incluso fue más allá: al informar que no publicarían los hallazgos de ese informe provocó una expectativa en cuanto a los mismos que, se puede afirmar, ni remotamente existía.
En una tragedia donde las víctimas tienen en general un acuerdo reparatorio con el gobierno y los constructores, y en la que los trabajos de reconstrucción y refuerzo están en marcha, el reporte contratado por el gobierno capitalino se volvió de repente el tema, y justo en la semana del aniversario del percance.
El gobierno alega que DNV incurrió en un conflicto de interés y que la consultora –sin respetar la metodología acordada– sembró el tema de la falta de mantenimiento como una de las causas del percance del 3 de mayo de 2021 que costó la vida a 26 personas.
Al tratar de explicar su negativa a la publicación del reporte el Gobierno terminó por construir una versión oficial como la única aceptable: en todo caso, el terrible percance se debió a un error de construcción y de supervisión.
La propia DNV ha afirmado parte de eso, sin duda, pero el gobierno de Sheinbaum lleva días emitiendo en los medios un mensaje que apunta a un periodo concreto: el de Ebrard como jefe de Gobierno, quien por supuesto fue el artífice de la malograda línea –sigue detenida, luego de que en el anterior sexenio también estuvo suspendida su operación–.
Al rechazar la discusión sobre la falta de mantenimiento, el Gobierno capitalino carga la responsabilidad en el origen de la obra.
Ayer el diario El País reveló la sustancia del reporte ocultado por la administración capitalina, que ahora ha anunciado que siempre sí lo publicará. En efecto, esa entrega también habla de la falta de mantenimiento como una de las barreras que de haberse dado, tanto durante el sexenio de Miguel Ángel Mancera como a partir de 2018, pudieron haber evitado la tragedia.
Especialistas en ingeniería consultados señalan que claro que puede ser disputada la conclusión de DNV con respecto al mantenimiento, que al ser una obra tan reciente –ni 10 años al momento de la caída– cabe plantear distintos argumentos sobre qué tipo de mantenimiento requería ese Metro y qué tan cerca estuvo del nivel óptimo el que se le dio a la Línea 12 en los últimos años. Es decir, los expertos tendrían motivo para revisar los hallazgos del informe y encontrarles sustento o defectos. Un debate técnico, no necesariamente político.
En vez de eso, y cuando en estricto sentido le toca a la Fiscalía General de Justicia capitalina deslindar responsabilidades, el Gobierno escamoteó el contenido del informe y ha apuntado a una verdad oficial que culpa a la construcción.
Y tras la revelación de El País, Sheinbaum insistió en que “ninguna inspección de mantenimiento pudo haber detectado fallas en el diseño”, declaración en línea con su rechazo a poner en similar nivel la falta de mantenimiento que una mala construcción.
Fueron los que la hicieron, es el mensaje. Y todos saben quiénes fueron ésos.