En las últimas semanas, las relaciones diplomáticas entre México y Estados Unidos se han tensado significativamente, debido a un intercambio de dimes y diretes entre funcionarios de ambos países, a causa del tráfico y consumo de fentanilo.
La situación llegó al punto de que algunos congresistas republicanos de EU acusaron al presidente Andrés Manuel López Obrador de proteger a los cárteles y sugirieron la intervención de su ejército para atacar a los grupos delictivos mexicanos, mientras que AMLO se ha lanzado repetidamente contra esta propuesta y llamó a sus promotores “mequetrefes, intervencionistas y prepotentes”.
Pero, ¿cuál es la raíz del problema y que situaciones recientes lo han empeorado? En Nación321 te contamos.
El 10 de enero pasado, se realizó en México la décima Cumbre de Líderes de América del Norte, en la que participaron los presidentes de México y Estados Unidos, Andrés Manuel López Obrador y Joe Biden, así como el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau. Cada país destacó tras la reunión su tema de interés y el de Estados Unidos fue el trasiego de fentanilo desde México, droga cuyo consumo representa actualmente un problema de salud pública en EU.
Luego de dicho encuentro, en sólo en ocho días, las Fuerzas Armadas y la Fiscalía General de la República (FGR) intensificaron las acciones contra el tráfico de fentanilo y anunciaron que decomisaron cientos de miles de pastillas de fentanilo, principalmente en la zona fronteriza con Estados Unidos.
En total en una semana se logró decomisar más de 150 kilos de fentanilo. Hasta acá las cosas no iban mal y los presidentes López Obrador y Joe Biden presumían tener una buena relación.
El dos de marzo pasado, se conoció de una propuesta de los congresistas estadounidenses Dan Crenshaw y Michael Waltz, para que el presidente Joe Biden intervenga a fin de que se autorice el uso del Ejército de Estados Unidos contra los cárteles mexicanos.
Dicho asunto se volvió de dominio público gracias a un artículo publicado en The Wall Street Journal, escrito por William Barr, exfiscal de Estados Unidos durante la administración de Donald Trump, quien sostuvo que “Hoy, el principal facilitador de los cárteles es el presidente Andrés Manuel López Obrador".
Esto molestó profundamente al presidente López Obrador.
A penas un día después de este artículo, el pasado 3 de marzo, cuatro ciudadanos estadounidenses fueron secuestrados, después de que hombres armados abrieron fuego contra el vehículo en el que viajaban en la ciudad de Matamoros, Tamaulipas. Los extranjeros presuntamente habían venido a México para tratar asunto médicos.
Este hecho desencadenó que el FBI ofreciera una recompensa de 50 mil dólares por el regreso de las víctimas, y que se desplegara todo un operativo de seguridad por Tamaulipas. Al final, tres días después los extranjeros fueron localizados, dos de ellos sin vida.
El hecho mismo del secuestro comenzó a tensar más las relaciones diplomáticas, y aunque el gobierno estadounidense fue cauteloso al emitir posturas, algunos congresistas republicanos de EU no y el gobierno mexicano no del todo.
Al conocer de la muerte de dos de las víctimas, en medio de su conferencia de prensa, López Obrador lamentó los decesos, pero criticó la cobertura que medios de comunicación de ese país han llevado a cabo sobre el tema.
Indicó que cuando han asesinado a mexicanos en Estados Unidos los medios "callan como momias".
Ante la desaparición de los ciudadanos estadounidenses, las voces de los congresistas Dan Crenshaw y Michael Waltz se alzaron más fuerte y se sumaron otros personajes que pidieron la intervención del ejército estadounidense en México o de agentes de la DEA.
Esta situación molestó aún más al presidente López Obrador, quien dijo que no se permitirá intervención extranjera alguna y consideró que los señalamientos tenían la intención de sacar raja política, pues se aproximan las elecciones en EU, por lo que llamó a los mexicanos en ese país a no votar por el partido Republicano.
En su conferencia del 10 de marzo, AMLO llamó “mequetrefes, intervencionistas y prepotentes” a los promotores de la 'intervención' estadounidense, pero aclaró mantenía buena relación gobierno estadounidense de Joe Biden, pues esos dichos no provenían de él ni sus aliados.
Ayer, explicó que hace unos días recibió una carta del presidente estadounidense en la que Joe Biden le expresó su respeto por la soberanía del Gobierno de México.
Sobre el tema del fentanilo, el presidente señaló que en México el consumo de esta droga es muy bajo y que al ser Estados Unidos el país afectado, se deben de dejar de buscar culpables desde ese lado de la frontera y se debe actuar para prevenir que los jóvenes caigan en adicciones.
No obstante, de forma muy reciente la Organización de las Naciones Unidas (ONU) detalló que tras algunos estudios, se puede considerar que el consumo de fentanilo sí es un “problema de salud pública local” en México, sobre todo en las zonas fronterizas del norte.
En este contexto la clase política mexicana ha hecho sus propios posicionamientos ante la propuesta de intervención, por un lado, los morenistas han cerrado filas con el Presidente, mientras que algunos panistas han considerado que una 'ayudadita' de la DEA no le caerá mal a México.
Un ejemplo fue el canciller Marcelo Ebrard, quien rechazó la iniciativa y señaló que el problema del fentanilo se origina en ese país. "Saben que la pandemia del fentanilo no se origina en México sino en EU. Saben que se está trabajando como nunca antes contra el fentanilo. No prosperarán", señaló en su momento.
En contraste, el fin de semana pasado el líder panista Marko Cortés Mendoza, pidió a López Obrador reconocer su "rotundo fracaso en materia de seguridad" y retomar la colaboración con la Administración de Control de Drogas (DEA, por su siglas en inglés).
En tanto, tras los dimes y diretes, así como el secuestro y asesinato de sus connacionales, el embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar afirmó que más allá de las "inquietudes y desacuerdos", ambos países siempre serán socios y seguirán trabajando en unidad y en favor de la región.