Se ha dicho que el lopezobradorismo desde siempre quiso convertirse en un nuevo cardenismo. Hacer a su manera la alianza que en su momento el general logró desde el gobierno con capas populares, marginadas.
El reparto de las tierras, impulsado como nunca –subsanando una deuda de la Revolución–, y la estimulación de los trabajadores para que se agruparan y defendieran, forjaron lazos del gobierno de Lázaro Cárdenas del Río con sectores que incluso se volvieron columnas del antecesor del PRI. Y, por supuesto, otro de los sectores del PRM esos tiempos fue el militar.
Este martes, en la ceremonia por el aniversario 175 de los Niños Héroes, el general Luis Cresencio Sandoval , secretario de la Defensa Nacional, pronunció un discurso que levantó ámpula porque criticó a quienes “con comentarios tendenciosos generados por sus intereses y ambiciones personales, antes que los intereses nacionales, pretenden apartar a las Fuerzas Armadas de la confianza y respeto que deposita la ciudadanía en las mujeres y hombres que tienen la delicada tarea de servir a su país”.
Pero el titular de la Sedena dijo algo más que conviene retomar. El general se asumió como vocero del sector militar, al que equiparó con los otros que componen nuestra sociedad:
“La patria requiere de una sociedad unida, donde los sectores político, económico, social y militar que la integran actúen sumando esfuerzos y voluntades para coadyuvar hacia el objetivo común que es México. Todos debemos contribuir día a día con nuestros actos a construir la nación que deseamos heredar a nuestros hijos. Somos corresponsables del país que tenemos y al que aspiramos”.
¿Escuchamos bien? ¿Los militares se asumen a la par que el sector económico o social, ya no digamos el político?
Sector militar remite, por supuesto, a cardenismo. Y hoy, con la cantidad de tareas que AMLO ha encomendado a las Fuerzas Armadas, incluso por encima de las labores de seguridad pública, tan polémicas como riesgosas, conviene repasar el periodo de Cárdenas para tratar de obtener pistas sobre lo que hizo el general con sus compañeros de armas. Para ello cito aquí a Arnaldo Córdova, en líneas pertenecientes a su obra La política de masas del cardenismo (Editorial Era, 1974).
“El cardenismo en el poder había logrado ya para 1938 que las fuerzas principales que habrían de constituir cada sector se independizaran por completo de los viejos grupos políticos que se fundaban en la política personalista y actuaran de acuerdo con la estrategia gubernamental en todos y cada uno de los actos en que ésta se traducía”, dice por ejemplo Córdova en un apartado.
“Puede ponerse en duda el que, vistas en el conjunto de la sociedad, esas fuerzas hayan sido mayoritarias o adecuadamente representativas de cada clase social; lo que es indudable es que eran fuerzas hegemónicas y que habían llegado a serlo en virtud de su organización. Los llamados sectores tenían, pues, una base social indiscutible; representaban el pueblo organizado (en itálicas en el original). Y el nuevo partido, el Partido de la Revolución Mexicana, no surgía precisamente como un partido de masas, sino como un partido de corporaciones, en el que sus unidades de base eran las organizaciones, mientras que los individuos resultaban elementos secundarios. Eran las organizaciones (o el pueblo organizado) las que constituían al partido”.
¿Estamos ante un nuevo “pueblo organizado” que sigue la directriz del gobierno al punto de afiliarse al partido oficial? ¿No más Fuerzas Armadas que sirven a la nación?
¿Qué quiso decir el general Sandoval con eso del sector militar?
Esta columna reaparecerá el lunes 26 de septiembre.