Opinión

Salvador Camarena: Riobóo, Línea 12 y la ministra Esquivel

La tragedia. | En mayo del 2021, se colapsó una parte de la Línea 12 del Metro | Fuente: Cuartoscuro


Una de las posibles causas de la indigestión gubernamental con el caso de la ministra Yasmín Esquivel proviene de las relaciones políticas de su familia. Su esposo, José María Riobóo, es un antiguo contratista de Andrés Manuel López Obrador, y asesor no sólo del hoy Presidente, sino de la jefa de Gobierno capitalino, Claudia Sheinbaum.

A la ministra Esquivel no se le debe juzgar por ser “la esposa de”. Las críticas que se le hagan deben centrarse en las dudas sobre la autoría de una tesis original allá en 1987, por su manejo de ese escándalo y por su desempeño profesional en términos generales.

Pero la exploración de por qué Esquivel ha logrado sostenerse como ministra, a pesar de la gran indignación que ha causado el descubrimiento de que su tesis de abogada es sustancialmente idéntica a una presentada un año antes por otro alumno, no puede pasar por alto las potenciales implicaciones que su defenestración tendría en el crucial rol que juega el ingeniero Riobóo en la reconstrucción de la Línea 12 del Metro, cuyo derrumbe costó 27 vidas y 100 heridos.

Porque Riobóo no sólo es contratista (que por cierto no tiene nada de malo per se, posee una trayectoria y hasta una fama entre los ingenieros) de los gobiernos ligados a AMLO, sino que hace 18 meses, en medio de la crisis más fuerte que ha tenido el lopezobradorismo, fue presentado por Sheinbaum como la cabeza más visible de un grupo de ingenieros que de manera independiente realizarían un plan de reforzamiento para toda la parte elevada del Metro que colapsó el 3 de mayo de 2021.

Riobóo es uno de los seis expertos en ingeniería civil que aceptaron jugarse su prestigio para diseñar reparaciones y reacondicionamientos a la Línea 12, necesarias y suficientes para evitar un nuevo percance.

Y ese colectivo, conocido como Grupo Técnico, sigue todavía hoy involucrado en las tareas de reforzamiento de columnas y trabes de la L-12.

Como ejemplo se puede mencionar que en estas semanas el Grupo Técnico ha discutido si es oportuno, o aún no, realizar una prueba de carga a la parte elevada, a fin de poder trasladar trenes –sin pasajeros, para mandarlos a labores de mantenimiento– desde y hacia la estación de Tláhuac. Eso ayudaría a la optimización del servicio que apenas hace 10 días se reabrió en la parte subterránea de la también llamada Línea Dorada.

En esa petición del gobierno, el Grupo Técnico se halla dividido. Uno de los que ha argumentado en contra de la posibilidad de esa prueba de carga es ni más ni menos que Riobóo.

Donde el también asesor del Presidente ha pedido a sus colegas más flexibilidad es en cuanto a revisar si las estructuras de los reforzamientos se pueden juntar mediante uniones con tornillos en vez de soldadura.

Estos dos ejemplos de discusiones sobre lo que se hace para evitar otro 3 de mayo fatídico ilustran que la labor del Grupo Técnico no concluyó cuando entregaron los 10 mil planos de lo que debe ejecutarse en los 6.7 kilómetros del tramo elevado.

Las trayectorias profesionales de la ministra Esquivel y del ingeniero Riobóo podrán ser independientes. Pero la llegada de la primera a la Suprema Corte de Justicia no se entiende sin el apoyo del movimiento en el que colabora el segundo. Por tanto, no es sexista pensar que desde el gobierno es altamente complejo posicionarse con respecto del plagio sin pensar que machucas a un aliado que resulta ser su esposo. Es lo normal en política, aquí y en China.

Salvador Camarena 25.05.2023 Última actualización 25 enero 2023 7:5

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