El fenómeno DANA, o “Depresión Aislada en Niveles Altos”, causó una catástrofe meteorológica en España, especialmente en la Comunidad Valenciana y Castilla-La Mancha, donde se reportó la muerte de al menos 70 personas y la desaparición de otras seis debido a las intensas inundaciones.
La DANA, aunque a menudo se asocia con la “gota fría”, tiene diferencias técnicas: se trata de un sistema de baja presión que surge en niveles altos de la atmósfera, a unos 9,000 metros de altitud o entre 500 y 200 hectopascales (hPa).
Este fenómeno meteorológico se produce cuando una masa de aire frío se desprende de la corriente en chorro polar —también conocida como jet stream— y se aísla sobre una región cálida, desencadenando perturbaciones atmosféricas que pueden provocar tormentas intensas y lluvias torrenciales, especialmente en zonas costeras.
Según la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) y el Centro Nacional de Investigación Meteorológica de Francia, la interacción de esta depresión en altura con aire cálido y húmedo aumenta la formación de nubes de gran altura que provocan lluvias devastadoras, granizo y tormentas eléctricas.
La DANA, frecuente en el Mediterráneo occidental durante el otoño, ha causado daños incalculables en infraestructuras, viviendas y el sector agrícola. Entre los principales riesgos asociados a este fenómeno están las inundaciones y deslizamientos de tierra, que pueden resultar mortales, así como bloqueos en carreteras, puertos y aeropuertos.
Las lluvias torrenciales han dejado pérdidas humanas y materiales significativas, impactando la salud pública, la economía y el transporte en España.