Estamos a un mes de las elecciones en Estados Unidos, y todo está en el aire. No solo hablamos de las candidaturas a la presidencia de ese país, sino también de la conformación de las cámaras del Congreso, lo cual condicionará la primera mitad del gobierno de quien gane. Cada grupo puede tener un ideario liberal o conservador, lo cual también influirá en el tipo de políticas que seguirán y la actitud que tendrán con nuestro país.
Entre estas posturas, el conservadurismo estadounidense ha presentado plataformas articuladas y puntuales. Por ejemplo, en 1994 el Partido Republicano presentó el Contract with America, apoyado por todos los candidatos. Hablamos de la segunda mitad de la primera administración de William Clinton.
Entre sus propuestas se encontraban un presupuesto balanceado, eliminación de impuestos para pequeños negocios, familias y personas de edad avanzada, limitar el número de reelecciones para personas legisladoras, reforma en seguridad social y políticas de bienestar, entre otras.
Aunque la mayoría de las propuestas fueron aprobadas, dada la victoria mayoritaria de los republicanos en el Congreso, hubo también un debate serio sobre el tipo de democracia que se deseaba en aquel país. Hoy, un grupo significativo de republicanos apoyan un documento todavía más conservador el Proyecto 2025.
El documento, elaborado por la Heritage Foundation, busca remodelar el gobierno estadounidense en caso de la victoria de Donald Trump el próximo noviembre. Entre sus propuestas se busca tomar el control partidista del Departamento de Justicia, la Oficina Federal de Investigación, el Departamento de Comercio, la Comisión Federal de Comunicaciones y la Comisión Federal de Comercio, desmantelar el Departamento de Seguridad Nacional y reducir drásticamente las regulaciones medioambientales y de cambio climático, para favorecer la producción de combustibles fósiles.
También pretende eliminar la cobertura de la anticoncepción de emergencia y perseguir a quienes envíen y reciban anticonceptivos y píldoras abortivas en todo el país, eliminar las protecciones le gales contra la discriminación basada en la orientación sexual y la identidad de género y acabar con los programas de diversidad, equidad e inclusión y la discriminación positiva. Incluso recomienda la detención y la deportación de las personas inmigrantes irregulares y propone el despliegue de las fuerzas armadas para la aplicación de la ley nacional.
Cierto, muchos republicanos se han deslindado del documento por su radicalismo y ambigüedades. Por otra parte, se ha discutido que muchas de sus medidas son incluso inconstitucionales. Sin embargo, es necesario poner atención a este documento por varias razones. La primera, hablamos de un ideario que puede ser adoptado, vía organizaciones conservadoras trasnacionales como COPAC, en otros países. Segundo, no es bueno demeritar la poca presencia que todavía tiene el conservadurismo: si Morena se radicaliza y la oposición sigue como va, solo se está facilitando que avancen los radicales de derecha. Bastaría con un partido conservador competitivo rumbo a 2027, o una radicalización del PAN, para darles mayores capacidades organizativas.
La mejor forma de prevenir que en unos años aparezcan personas disfrazadas de, digamos, guerreros águila en mítines de derecha postulando una o varias propuestas del Proyecto 2025 para México, debe pasar por bajar los ánimos: seguir como vamos ayudará al golpe de péndulo.